La nueva etapa de Turkestan se inicia presentando un conjunto de kilims de diseños rompedores: los Banneh, Noor y Kiasar.
A pesar de su novedad estética en occidente, su existencia se documenta más de cinco siglos atrás en la región de Mazandaran, al norte de Irán. Durante medio milenio, las mujeres han tejido estrechas franjas de kilims que combinan entre sí de forma creativa dándoles usos variados: mantas, alfombras, cortinas o ropajes.
La gran originalidad de estos kilims radica en la fuerza expresiva de sus diseños abstractos y minimalistas, que evocan el arte contemporáneo, la música o la arquitectura occidentales.