A finales del siglo XIX, un fervor por el arte y los productos asiáticos inundó Europa. En Barcelona, diversas tiendas ofrecían productos como biombos y porcelanas chinas o esteras y figuras japonesas. En plena ola orientalista, Juan Antonio Sastre (1880-1944) entró a trabajar como contable en R. Bosch y Cª, un pequeño negocio de importación de «artículos de la China y el Japón» situado en la Rambla de Catalunya 69. En 1913, al jubilarse el propietario, Juan Antonio Sastre siguió con la empresa.
El día 1 de abril de 1913 abrió «Almacenes Juan A. Sastre» en la calle Balmes 74. Durante el periodo en que tuvo lugar la Primera Guerra Mundial y los «Felices Años 20», Juan Antonio Sastre se dedicó al comercio de productos de China y Japón como esteras chinas, persianas, pay-pays, porcelanas, bambúes y seda cruda, entre otros productos.
En 1925 entró en el negocio su hijo, Juan Víctor Sastre (1909-2010), la segunda generación, quien muy pocos años después se convirtió en quien lideraría realmente el proyecto. A finales de los años 1920, la fiebre de Oriente empezó a menguar y la empresa también empezó a ofrecer alfombras producidas en España. En 1932, «Almacenes Juan A. Sastre» se trasladó a la Rambla de Cataluña 78, cambió su nombre por «Almacenes Turkestan» y se introdujo el logotipo formado por la luna, la estrella y la letra ‘T’.
También fue en 1932 cuando, después de años de intensa preparación, padre e hijo inauguraron la fábrica de alfombras anudadas a mano de Turkestan. «Alfombras y Tapices S.A.» fue creada para evitar los retrasos de los intermediarios, muy habituales en aquella época. Así, abriendo una fábrica en el centro de Barcelona (en la calle Balmes 213), podían cumplir a tiempo con los encargos de sus clientes. Pero una vez en funcionamiento, la fábrica no solamente consiguió acelerar la manufactura de alfombras, sino que además resultó innovadora gracias a un dinámico departamento de diseño y a los modernos telares diseñados a medida.
En 1944 la compañía cambió el nombre a «Alfombras Turkestan SA». Este hecho marcó un cambio claro en el enfoque del proyecto: se abandonaron definitivamente los productos de China y Japón y los esfuerzos se dirigieron a las alfombras anudadas a mano en la fábrica, a las moquetas y, poco a poco, a las alfombras orientales.
Turkestan consiguió resistir los duros años de la posguerra gracias a grandes instalaciones de moqueta y a potentes proyectos de alfombras anudadas a mano. Con el apoyo de todo ello, en 1954 el negocio se trasladó al local vecino, en Rambla de Catalunya 76, con un icónico escaparate que con el tiempo pasaría a formar parte del imaginario colectivo de Barcelona.
En la década de 1960, a pesar de que la dictadura franquista bloqueaba el comercio internacional, Turkestan consiguió iniciar contactos directos con productores orientales. Fue entonces cuando la alfombra oriental comenzó a cobrar protagonismo. Las alfombras de moda de la época fueron las alfombras «Afghan Golden», con su característico dorado, o las de dibujos turkómanos.
En el año 1974 se incorporó Juan Sastre, la tercera generación de la familia, que hoy lidera el proyecto de Turkestan. En sus primeros años estuvo centrado en viajar al extranjero como captador de tendencias y, gradualmente, fue ganando peso en la dirección de Turkestan. El enfoque que desde el principio planteó buscaba priorizar las novedades en alfombras orientales frente a la producción de alfombras españolas en la fábrica.
Con la tercera generación, Turkestan se especializó en la búsqueda de nuevas colecciones y estilos de alfombras y kilims en Oriente y cerró su fábrica en Barcelona. Durante los años 1980 se introdujeron las series de tribus del Kurdistán, con motivos geométricos tradicionales, o las alfombras del Tíbet, anudadas por refugiados que huían de la ocupación china.
De la mano de la empresa de origen iraní Zollanvari, en 1990 Turkestan introdujo las alfombras Gabbeh en el panorama español. Su acogida fue rápida y amplia por la novedad estética: sus intensos colores rojos, blancos y azules, hechos con tintes naturales; su originalidad y ruptura de estilo con las alfombras anteriores; y la altísima calidad de su lana. Todas las Gabbeh eran tejidas por las mujeres de las tribus nómadas del sur de Irán, que transmitían a cada pieza una potencia estética inigualable fruto de una tradición milenaria.
En el año 2000, la orientación hacia la búsqueda de nuevas tendencias siguió aportando nuevos descubrimientos interesantes, en esta ocasión desde Turquía. Es el caso de la colección Dizmeck, que fue una serie de kilims patchworks confeccionados por un artista turco a partir de tejidos antiguos. Esta colección experimental de alfombras se caracterizó por el uso (y reciclaje) de materiales variados, combinaciones cromáticas atrevidas y formatos no habituales, como objetos o cojines.
Siguiendo esta línea, en 2004 Turkestan volvió a ser el primero en España en importar la exitosa colección Pashtun. Estaba compuesta por alfombras tejidas con técnica afgana tradicional pero con un diseño geométrico occidental, que resultó un maridaje equilibrado y atractivo entre Oriente y Occidente que combinaba a la perfección con la decoración europea.
En 2013, fruto de diversos cambios urbanísticos e inmobiliarios a escala barcelonesa, Turkestan debe cambiar su ubicación. La tercera generación decide cerrar el histórico local de Rambla de Catalunya y trasladarse a otra calle céntrica del Eixample Dret de la ciudad.
En 2015 Turkestan inicia una nueva etapa en la calle Roger de Llúria 90, en el Eixample Dret de Barcelona, una zona céntrica en la que empieza a concentrarse el comercio de proximidad especializado. En el proceso de traslado, Turkestan se ha reformulado completamente y ahora toma la forma de una galería de alfombras y presenta al público 3 colecciones de alfombras y kilims al año. A la vez, Turkestan ofrece su amplio stock, formado por piezas seleccionadas directamente en países como Turquía, Irán, Afganistán, Pakistán, India, China o Nepal.
La imagen de Turkestan también ha cambiado con el objetivo de adaptarse al siglo XXI y de acentuar su propia renovación. El proyecto tiene un nuevo logotipo, un nuevo eslogan (que resume la filosofía del proyecto, «cazadores de tramas y urdimbres») y una nueva página web. Turkestan también ha dado el paso al entorno digital, entrando en redes sociales como Facebook, Instagram, Pinterest o Houzz. Estas modificaciones son fruto de un importante refuerzo en el apartado de comunicación, que permiten a Turkestan llegar más allá de su tienda física.
La nueva galería de Turkestan ha sido reformada con conciencia ecológica: el espacio se ilumina con tecnología LED, que demuestra el compromiso del proyecto con la reducción del impacto medioambiental. A nivel comunicativo, el proyecto utiliza papel certificado FSC ®, que garantiza una gestión forestal responsable.
Por último, es importante destacar que Turkestan ha incluído en su equipo a un interiorista y estilista y a un diseñador gráfico con el fin de potenciar su comunicación externa y de proporcionar asesoramiento en decoración a sus clientes.